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Formaciones psíquicas que intervienen en las enfermedades de la piel

En el mito griego Psique es la hija menor de un rey, que por su hermosura compite sin saberlo con Afrodita. Afrodita celosa por la gran cantidad de admiradores que tiene Psique, envía a su hijo Eros (Cupido) a que le clave una flecha para que se enamore de un terrible monstruo, sin embargo, Eros se enamora de Psique y decide hacerla su esposa. Afrodita quiere impedirlo y le pone pruebas que parecían imposibles de cumplir, de igual manera Psique las cumple, incluso la de convertirse en diosa. Desde entonces Psique (alma) se encuentra unida a Eros (cuerpo). 

 

Lo psíquico y lo físico son manifestaciones del cuerpo, nada sucede en el ser humano que no involucre estos aspectos. Algunas veces con más incidencia en uno de los dos, pero siempre los dos implicados. 

 

La ciencia descubre los síntomas físicos, encontrando la relación causa efecto que producen las anomalías en el cuerpo. A través de los estudios clínicos y los exámenes de laboratorio el médico descubre que está causando la enfermedad. Mientras que en el proceso psíquico, los síntomas están determinados no por la causa y efecto sino por aspectos como la contigüidad, continuidad y semejanza; lo que los hace susceptibles de variar de acuerdo a la persona y a los diferentes momentos de la vida. Por esta razón no son tan evidentes y fáciles de seguir, no hay pruebas de carácter científico que los corroboren. 

 

Los descubrimientos de los síntomas psíquicos presentes en el individuo son difíciles de esclarecer y se requiere tiempo y disposición del paciente para llegar a ellos y resolverlos. 

 

La medicina, cada vez más reconoce la importancia de estos factores psíquicos, tanto en la presentación de la enfermedad como en su tratamiento, como es el caso de la ciencia dermatológica. 

 

La piel constituye nuestro órgano relacional (interior y exterior); son muy numerosos los factores físicos y psíquicos que intervienen y a su vez, lo relacional está determinado por factores históricos, culturales y biológicos. Existe una estructura de la que habla el psicólogo, filósofo y psicoanalista francés,  D. Anzieu que la llama “Yo-Piel”. 

 

El “Yo-Piel” es una estructura narcisista que asegura el aparato psíquico, e interviene en las diferentes fases de desarrollo del niño, de hecho, es a partir de este desarrollo que el niño crea su propia imagen y es esta imagen la que va a utilizar para crear sus propios referentes a partir de los cuales el niño se relaciona. Esta imagen es la forma como él se representa e irá evolucionando de acuerdo a su crecimiento y madurez. La manera como nos comunicamos con otros o consigo mismo es a través de la imagen creada, que es nuestra representación. En esta creación los elementos que intervienen pueden ser conscientes o inconscientes. 

De la misma manera la piel recubre la totalidad del cuerpo, posee cualidades táctiles, de protección, de comunicación y posee zonas erógenas; la piel mantiene el equilibrio entre lo externo y lo interno, es impermeable y a la vez permeable, es la sede del bienestar y de la seducción, del dolor y del placer, refleja el miedo y la excitación y es la cara que mostramos al mundo. A través de ella mostramos nuestra ansiedad y nuestra angustia, podemos mutilarla para sentir nuestro cuerpo, como lo puede hacer un niño autista o una persona en estado de shock. Igual como carta de presentación la acicalamos y la adornamos. Sobre ella también recaen las opiniones raciales que padecemos. 

 

Las características físicas y las características psíquicas van a moldear nuestra imagen del cuerpo, existe una imagen consciente que se modula a partir de la mirada de los otros, que puede ser de aprobación o de rechazo o indiferente, más la mirada que tengo de mí mismo, que es como la introyección de todas las otras miradas y que se puede convertir en una mirada que me aprueba o me condena; va a influir a la construcción de la imagen de mí mismo. Muchas de las dificultades del cuerpo van a ser moduladas por esta imagen que tenemos. La cuestión se hace más compleja cuando hablamos de la existencia de una imagen inconsciente del cuerpo, imagen formada por los traumas, inhibiciones, represiones y fantasías y, constituyen la mayor parte de dificultades del cuerpo. 

 

¿Por qué es tan importante este planteamiento? Porque la piel forma parte de esta imagen y las dificultades que pueden aparecer en ella pueden venir de la manera como se representa. 

 

En algunos casos reportados, las enfermedades de la piel pueden ser defensas construidas por el individuo de manera inconsciente para protegerse de algo de lo cual él se siente en peligro, como puede ser el contacto con otro individuo. La enfermedad justificaría la separación del otro. Sin embargo, las defensas psíquicas siempre son inadecuadas produciendo complicaciones más graves, pero completamente disfrazadas.

 

Para hablar de la piel como un órgano de expresión, no es percibida como un sistema de capas como lo es para la histología, sino como puntos de sensibilidad a diferentes estímulos, tales como cambios de temperatura, el tacto, ardor, comezón, placer sexual, consideraciones estéticas, que pueden dar lugar a la atracción o repugnancia. 

 

Son muchos los aspectos psíquicos implicados en la representación de nuestra piel y por tanto las implicaciones en el terreno de la salud de la piel. 

 

Existen dos emociones que nos constituyen: la ansiedad y la angustia. Aparecen como defensas, pero como toda defensa, se vuelven contra el individuo. La ansiedad responde a una pregunta consciente o inconsciente que es “qué voy a hacer con mi vida o qué he hecho con mi vida” y la angustia responde a la pregunta “para qué vivir o qué es esto de vivir”, la exacerbación de estas emociones pueden derivar en dificultades más profundas como la depresión o las obsesiones. 

 

En relación a las enfermedades dermatológicas, sin temor a equivocarnos existen incidencias de estos factores psíquicos, pero no sabemos hasta qué nivel son determinantes o coadyuvantes. 

 

Decir cuál es el síntoma psíquico y a qué nivel actúa solo lo podremos hacer con un conocimiento cercano del paciente. Desafortunadamente, la importancia de los factores psíquicos o físicos la damos con el fracaso de uno de los dos. Tendríamos que incluir en el protocolo el abordaje de estos aspectos que siempre estarán presentes. 

 

No hay reportes concluyentes sobre las causas psíquicas de enfermedades como la Psoriasis; sin embargo, lo que sí se ha logrado establecer es que la ansiedad en el paciente aumenta los niveles de Psoriasis en su cuerpo. 

 

Las enfermedades psicogénicas son consideradas como un síntoma de la neurosis y en especial como fenómeno conversivo histérico, que consiste en reprimir un impulso y en consecuencia su aparición en el cuerpo. Generalmente estas represiones son inconscientes y se refieren a puntos álgidos que representan para el individuo situaciones de exposición a peligros. Estos peligros están asociados a situaciones traumáticas vividas en momentos de indefensión. Estos momentos suceden principalmente en la infancia y se refieren a su integridad física y a su sobreexcitación sexual. 

 

Al hablar de la psicogénesis en enfermedades de la piel es posible quedarnos en las generalidades, pues los factores precisos dependen de cada persona en particular. En psicoanálisis no es posible hacer generalizaciones, recordemos que no es una ciencia. No por eso deja de tener una gran validez en procesos psicoterapéuticos. 

 

Por: Dr. Alfonso Ávila - Especialista Invitado

Bibliografía: D. Anzieu, “Yo-Piel”, “Yo-Pensante”, “Las envolturas del cuerpo” 

“Asno de oro” siglo II APULEYO. 

  1. Dolto, “La imagen inconsciente del cuerpo” 

J.D. Nasio “Mi cuerpo y sus imágenes” 

  1. Freud “La novela del neurótico” 

Fortune D.G, Richards H.L. Griffit H.S “Psychologie factors in psoriasis” 

  1. McDougall, “Una introducción a la psicología social
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